Rafael de León
Carlos Cano
Apoyá en el quicio de la mancebía,
miraba encenderse la noche de mayo
pasaban los hombres y yo sonreía,
hasta que en mi puerta paraste el caballo.
¡Serrana! ¿me das candela?
y yo te dije: Gaché
ven y tómala en mis labios
y yo fuego te daré.
Dejaste el caballo y lumbre te di
y fueron dos verdes luceros de mayo
tus ojos pa mí.
Ojos verdes,
Verdes como la albahaca,
verdes como el trigo verde,
y el verde, verde limón.
Ojos verde, verdes
con brillo de facas
que se han clavaíto en mi corazón
Pa mi ya no hay soles, luceros ni luna,
no hay más que unos ojos que mi vía son.
Ojos verdes,
verdes como la albahaca,
verdes como el trigo verde,
y el verde, verde limón.
Vimos desde el cuarto despertar el día,
y SONAR el alba la torre la vela
dejaste mi brazo cuando amanecía,
y en mi boca un gusto de menta y canela.
¡Serrana! para un vestido
yo te quiero regalár
y yo te dije: ¡estas cumplído!
No me tienes que dar ná.
Subiste al caballo, te fuiste de mi
y nunca otra noche más bella de mayo
he vuelto a vivír.
Ojos verdes,
verdes como la albahaca,
verdes como el trigo verde,
y el verde, verde limón.
Ojos verde verdes, con brillo de faca
que se han clavadíto en mi corazón,
Para mi ya no hay soles, luceros ni luna,
no hay más que unos ojos que mi vida son.
Ojos verdes,
verdes como la albahaca,
verdes como el trigo verde,
y el verde, verde limón.